El final está cerca
El
final está cerca… Entonces no me contuve, le acaricie el rostro, la tomé por el
cuello y la besé. No opuso resistencia. Cerró los ojos y se dejó llevar, soltó
un aliento a cigarrillo el cual aspiraba mientras nos besábamos. Mis manos
escudriñaban a ciegas su cuerpo, desatando los nudos, abriendo los cerrojos,
trampas y pestillos que cubrían su figura. Poco a poco su desnudez se hizo presente. Tapaba como podía su cuerpo,
pero los rayos lúgubres de la noche penetraban el automóvil en el que estábamos.
Su cuerpo se reflejaba claro y precioso, su piel pálida aparentaba ser mármol. Observé
sus cabellos y sus trenzas estaban perfectamente ordenadas, una para cada lado.
Volví a besarla. Ella abandonó su cuerpo, sus manos comenzaron a rasgar mis
ropas. Al poco tiempo estábamos en igualdad. El deseo desbordó los límites de
la conciencia, la lata de cerveza se derramaba en el tapizado, el cigarrillo se
extinguía al costado del camino. Los vidrios se tiñeron de bruma, los cuerpos
de una saliva espesa y tibia. Las manos se enredaban con las piernas y los
brazos quedaban sueltos al azar. Nos transformamos en uno solo, en una abominación.
La tomé por la espalda, la abrace por el pecho y tomé su cuello. Nos besamos
nuevamente. Acababa de pasar un auto. Nos quedamos inmóviles besándonos hasta
que la oscuridad nos cubrió por completo. Apreté su cuello, roí su espalda. La
hice mía. Una y otra vez mía. Hasta erupcionar en su interior. Nos besamos. Acaricie su rostro, impávido,
extenuado. Observe sus cabellos, caóticos y desnaturalizados. Sonreímos tibiamente. Me vestí. Ella hacia lo
mismo.
Salí
a fumar un cigarrillo. Regresé, sin mucho que decir. Ella estaba fumando. Me
senté y observé las estrellas. Desearía saber acerca de las constelaciones,
pensé, sería un buen tema de conversación para noches como esta. Y eterno
silencio se hizo presente…
-
¿Qué pasa?
-
nada, solamente pienso.
Y la observe tranquila, tímida, perfecta. Irresistible.
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